Relata, entre conmovedoras imágenes e intimistas melodías, un mundo donde el tiempo se ha detenido o al menos transcurre mucho más despacio, un mundo donde la vida misma se toma con calma y las cosas pequeñas cobran nuevamente el sentido que merecen, donde lo real pasa a ser burdo y la magia y lo delirante se imponen sobre lo natural. Es en este lento e inusitado transcurrir del tiempo, donde Tamura nos muestra, con su arte metafísico, lo increíble que puede ser el salto de una ballena y abre las puertas de la imaginación, creando interrogantes existenciales.